El concepto de niño interior puede significar muchas cosas y muy diferentes para distintas personas. Nuestro niño interior, como ser auténtico, representa la parte trascendente de nosotros mismos, ese canal directo entre nuestro ser y nuestro ser superior, o niño divino o presencia de la divinidad en nuestro interior.

El niño interior se muestra como el ser superior, como la esencia del poder, la fuerza vital, creadora y amorosa. Cuando somos auténticos, genuinos y compasivos, cuando estamos llenos de amor, de empatía y perdón, nos encontramos en un estado maravilloso que nos conecta con nuestra sabiduría, conexión que proviene de ese nuestro ser superior.

Tu niño interior es tu alma, creada en tu interior por medio de tu ser superior que está en ti; ese ser superior que llevamos dentro como nuestra plenitud, nuestra capacidad de amar y nuestro sentido de poder personal: quienes somos en realidad, nuestro ser auténtico, nuestro ser real, nuestra verdadera identidad, nuestra esencia, lo que somos realmente, nuestra originalidad, el ser único que somos, el amor. Todos nacemos con la capacidad natural de amar, amarnos a nosotros mismos y a los demás.

Para desarrollar nuestro amor interno, es necesario sentir que nos dan amor, es decir, que las personas que nos cuidan física y emocionalmente nos entregan nuestro amor de vuelta. Es como si perdiéramos nuestra capacidad de amar al no conectar amorosamente con los demás. En la medida en que los otros no son capaces de devolvernos el amor, nuestra capacidad de amarnos a nosotros mismos y de darlo y recibirlo en las relaciones va disminuyendo y nos deja una sensación de carencia de lo que no tuvimos; pero esa carencia también es el motivo para volver a encontrar ese amor y nos lleva a buscar, primero en lo externo y luego en lo interno, y nos invita a desarrollarnos a nosotros mismos y ser lo que deseemos ser.

Nos desconectamos de nuestro ser auténtico, nuestra esencia de nacimiento o amor por no recibir todo el amor que necesitamos desde fuera para mantener nuestro amor propio vivo, y esto nos causa una herida, un dolor que crea otra parte del niño interior que es el niño interior herido. El niño interior herido es nuestra parte vulnerable, solitaria, dolorida, desatendida, traumatizada, que se escondió detrás de una coraza que se construyó para defenderse o protegerse de recibir más dolor del exterior.

Esa parte herida, asustada, insegura, va a estar ahí, la mayor parte de las veces inconsciente o semiconsciente, esperando ser rescatada, reparada, restituida, reconectada. Se mantiene en el presente como un niño interior que se ha quedado bloqueado en el momento del dolor que no pudo asimilar y por ello no creció. Mientras otra parte nuestra, que ha ido creciendo independientemente de nuestra parte herida, se ha convertido en nuestra parte adulta, que es la que se relaciona con el mundo exterior. Esta parte adulta se relaciona con los demás a través de esa coraza, máscara o estrategia protectora o defensiva que llamamos personalidad y que nos ponemos para que nos acepten, aprueben, acojan y no nos abandonen dejándonos desatendidos, solos y olvidados. Por tanto, nuestro ser auténtico está en el núcleo de un campo energético, rodeado de la fuerza de las emociones dolorosas, de desencuentros y dificultades sufridas en la infancia y, a su vez, rodeado por una coraza o estructura defensiva, que es la personalidad. Hablar del niño interior, es hablar del niño interior auténtico, nuestra esencia, así como del niño interior herido, que representa el dolor de nuestra infancia por separarnos de nuestro ser auténtico o ser real.

“Sólo se volverá clara tu visión cuando puedas mirar a tu propio corazón. Porque quien mira hacia afuera sueña, y quien mira hacia adentro despierta”.

Carl Jung

Si quieres más información del tema, haz click aquí para acompañarte en lo que necesites.

Carmen Julia

Sitio protegido por Google reCAPTCHA. Ver políticas de privacidad y términos de servicio.