Ser espiritual es vivir con las posibilidades de estar impregnado por el mundo de Dios; ser espiritual es siempre estar dispuesto a recibir de su esencia la luz, fuerza y bondad. El potencial espiritual es un proceso autoconocimiento, conectividad, significado, evolución, y contribución social, para el desarrollo personal. Este proceso, comúnmente es dirigido por una fuerte creencia en el poder de la humanidad o por elementos sagrados.

La incapacidad para desarrollar el potencial espiritual proviene de la confusión entre lo religioso y lo espiritual. La religión no es espiritualidad; la espiritualidad está conectada con las cuestiones del espíritu, describe la inevitable búsqueda del ser para responder a las preguntas que se plantean respecto a un ser superior o un poder supremo. Yo le llamo Dios; tú puedes llamarle, Creador, Yo Superior, Luz Divina, Divinidad, Gran Espíritu o Universo.

Cultivar un pensamiento positivo, es clave para conectar con tu poder espiritual, puede ayudarnos en la búsqueda interior con el fin de descubrir los recursos que poseemos para llegar a ser lo que queremos ser; tenemos la capacidad de elegir cuál es la línea adecuada para nuestro crecimiento personal y espiritual.

“No mires a su apariencia, ni a lo alto de su estatura, porque lo he desechado, La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Creador mira el corazón” (1 Sam, 16,7)

Para desarrollar el potencial espiritual debes tener presente tres principios básicos: simplicidad, y calidad interior y divinidad.

La vida es simple y a la vez compleja; si tú quieres realizarte como personas, solo tú puedes hacerlo nadie más puede hacer nada para que alcances tus objetivos personales. Los principios esenciales de la vida son simples; si buscas esa simplicidad, conecta con la confianza, la fe, el optimismo y la amabilidad; si cultivas esos principios con decisión y esfuerzo puedes obtener los resultados que desees. Deja de buscar fórmulas mágicas y conéctate con tu ser interior.

La calidad interior de nuestro mundo espiritual se manifiesta sobre todo a través de las emociones y los sentimientos. Desde que somos niños tenemos un sentido que nos dice que está bien y que está mal, y deseamos que prevalezca el bien y la equidad. Este deseo de crear un equilibrio a nuestro alrededor proviene del interior. Es una necesidad que nos impulsa a renunciar a nuestro bienestar personal en determinada circunstancia y nos lleva a trascender nuestro ego, pues se va el instinto natural de la competencia y nos hace empáticos, a tener fe, esperanza y amor lo que nos conecta con nuestra calidad interior, esa calidad interior de tener amor propio y confianza en uno mismo.

Por otra parte, la necesidad de establecer una relación con una presencia divina también se refleja en nuestro entorno, cuando por ejemplo le pedimos en oración a Dios o a ese ser supremo que resuelva nuestras cosas, que nos sane, le pedimos por otros, oramos para que nos ayude a solucionar algo importante; nos damos cuenta de que ese impulso involuntario procede de un lugar muy concreto: la divinidad, y que se manifiesta desde el punto de vista de conexión en nuestras vidas.

¿Cómo podemos desarrollar nuestro potencial espiritual?

Debemos conectar con los tres principios básicos que desarrollamos anteriormente, es decir, nos centramos en la simplicidad de la confianza en uno mismo, luego convertimos esa confianza en una cualidad interior fuerte y finalmente conectamos con la dimensión espiritual de la divinidad de nuestra confianza y firmeza interior (Yo lo llamo FE).

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Carmen Julia

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